A estos pequeños se les atribuye un
origen extraterrestre, con una etapa evolutiva superior que hace que sean
capaces de sanar y leer los pensamientos. Estas especulaciones de los creyentes
de lo sobrenatural les han generado ‘dolores de cabeza’ a los científicos.
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La teoría más criticada por los
científicos es la posibilidad de que estos niños no sean de este
planeta.
Fotomontaje: Alejandra Archila
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A estos pequeños se les atribuye un
origen extraterrestre, con una etapa evolutiva superior que hace que sean
capaces de sanar y leer los pensamientos. Estas especulaciones de los creyentes
de lo sobrenatural les han generado ‘dolores de cabeza’ a los científicos.
Para algunos un mito y para otros una realidad, lo que sí es claro es
que la relevancia de los Niños Índigo entre la comunidad científica, holística
y pedagógica es cada vez mayor. Su fuerza es tal, que investigadores de todo el
mundo estudian las teorías de los seudocientíficos, para determinar qué es verdad
de todo lo que se habla del tema.
La llegada de esta ‘nueva generación de seres’,
según la coordinadora del Centro de Informes Ovni, Luz Mary López fue anunciada
desde las profecías de Parravicini (pintor y escultor argentino conocido por
una serie de dibujos proféticos) donde mencionaba que vendría una generación de
seres mejorados al planeta.
Nancy Ann Tappe, una autoproclamada psíquica fue la
creadora del término. En su libro, Comprendiendo tu vida a través del color de
1982, expone la existencia del aura, que es una aureola de radiación luminosa
que tienen todos los seres, y su clasificación en colores. Tappe dice que ha
descubierto un aumento de auras de color índigo (azul oscuro) desde finales de
los 70.
Carlos Maldonado, especialista del Centro
Integral de Formación Cuerpo Mente y Espíritu, dice que el aura está
compuesta de múltiples colores, el que predomine es el principal y el que
dictamina las características de la persona. El método más conocido para
detectarla son las cámaras Kirlian, donde al ver el campo áurico se determina
el estado de las chakras o zonas energéticas.
Maldonado, expresa que el color índigo brillante
simboliza que el sujeto está en una etapa de armonía. Sin embargo, cuando el
color es opaco es porque la persona tiene el don de gente, y tiende a
utilizarlo de manera errónea. Maldonado aconseja limpiar el aura de los tóxicos
que recibe del ambiente y alinear las siete chakras cada vez que sea necesario,
para tener mejor suerte en el trabajo, amor, salud, etc.
Por otro lado, López explica que los Índigo
normalmente son de alma artística, tienen una gran imaginación, son
sentimentales, transparentes, intuitivos y comunicativos. También
agrega que no se adecuan a las rutinas ni presiones, y solo ponen cuidado
a las cosas que llaman realmente su atención. Por tal razón, son diagnosticados
por los médicos erróneamente con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e
Hiperactividad).
“Se ha generado muchas actitudes en
la salud y en la parte psicológica para que estos niños no avancen como deben
hacerlo. Involucran formas terapéuticas y elementos a su cuerpo que de pronto
no son necesarios como pastillas o inyecciones que los tranquiliza a la fuerza”
dice López.
Defendiendo su postura científica, el neurosicólogo
Daniel Vásquez, especialista en pediatría dice: “Según
el modelo médico, estos niños tienen una disonancia cognitiva, es decir, hay
una desarmonía entre las funciones del hemisferio derecho e izquierdo del
cerebro. Por lo tanto, ese funcionamiento hace que tengan un pensamiento más
artístico, holístico y musical”.
Según Vásquez, gracias a su carisma logran manipular
a los adultos para lograr lo que ellos quieran y no seguir normas. También
expresa que “el aura no existe para la ciencia”, y cree que “la
postura de Niños Índigo parte de que los papás quieren hallar una explicación
al comportamiento de sus hijos”.
Mientras se discute por la verdad, niños de todo el
mundo luchan por controlar un problema que, llámese Índigo o TDAH, afecta su
vida cotidiana. Más del 10% de la población infantil sufre de TDAH y en la edad
adulta se presenta en un 60%.
María Lucía Chávez se desempeña como ama de casa y
es madre de Sebastián Salcedo Chávez, de nueve años, a quien describe como un
niño sociable, hablador y tierno, que fue diagnosticado con Déficit de Atención
sin Hiperactividad hace dos años. “Descubrimos que algo andaba mal
cuando Sebastián estaba en el jardín. Era un niño normal, jugaba y era inquieto
como cualquier niño, pero su aprendizaje no era como el de los demás”.
Sebastián se le dificultaba las letras, por lo
tanto no aprendió a leer en transición. Su mamá se vio en la tarea de enseñarle
en casa particularmente, pero notaba que Sebastián no era capaz de fijar su atención
a nadie ni a nada por más 2 minutos. Sus padres decidieron llevarlo a un
psicopedagogo y este ordenó un examen para diagnosticar el problema.
El Dr. Vásquez afirma que en estos casos se aplica
el modelo neuropsicológico para dictaminar la condición de sus pacientes. “Lo
que se hace es determinar si realmente el niño tiene un déficit de atención
solo o combinado, porque hay muchos trastornos que se pueden confundir con esta
enfermedad”. Vásquez indica que lo más importante es dar un
diagnóstico concreto para lograr un plan integrado en todas las disciplinas.
Sebastián pasó por un diagnóstico erróneo, según el
primer examen presentaba Dislexia. Sin embargo, su mamá no estaba segura del
resultado, porque su hijo le decía que sentía como si le zumbara la cabeza. Al
investigar sobre la Dislexia, concluyó que los síntomas de esta enfermedad no
coincidan con los de su hijo. Desesperada por encontrar una respuesta, María
Lucía estaba vulnerable y no descartaba segundas opciones.
“Un día estaba hablando con una
vecina sobre Sebastián, ella me comenta sobre los Niños Índigo, que son unos
niños que tienen características similares a las de mi hijo. Según ella
necesitan explotar sus cualidades y la medicina occidental no podía hacerlo
correctamente. Estaba un poco escéptica pero al final me convenció”
María Lucía llevó a su hijo donde un lector de
aura. Esta persona decía que tenía el don de ver la energía de las personas,
por lo que no utilizó una cámara Kirlian. De acuerdo con los resultados,
Sebastián tenía un aura de color índigo con ‘destellos’ naranjas, que quiere
decir que es una persona feliz, afectuosa con los demás y sociable.
El experto le aconsejó tratar sus problemas de
concentración con terapias holísticas con otro especialista, pero María Lucia
decidió ponerle fin a esta segunda opción, porque le pareció un disparate. Al
final buscó otro médico que dictaminó un problema TDA sin hiperactividad.
Actualmente, Sebastián cursa tercero de primaria, recibe terapias particulares
para mejorar su atención y clases extraescolares.
Luz Mary López defiende su postura diciendo que somos
seres hechos de luz y los Índigo son resultado de genéticas mejoradas. “La
ciencia no lo dice, pero nuestra genética viene con nodos que no son de este
planeta. Cuando uno estudia una genética como la de Mozart o Einstein trae
acumulado algunos elementos que nos pone a pensar que viene mejorado”.
No solo a la ciencia le parece ‘descabellada’ la
idea de niños sobrenaturales con la capacidad de sanar y limpiar lo malo del
mundo, para la pedagogía también es algo improbable. Lina Vega, especialista en
neurodesarrollo y rectora del jardín infantil Consentidos de Yopal, está de
acuerdo con el Dr. Vásquez en que los adultos crearon el término como una
excusa.
Por otro lado es escéptica al TDAH, porque para
ella todo niño es hiperactivo por el simple hecho de serlo, y considera que los
problemas de atención se deben a patrones externos como la mala postura.
Finalmente, concluye que el modelo educativo actual es deficiente. “Los
niños son máquinas del sistema. La intención de los colegios es tener
estudiantes que aprendan a contestar una prueba de estado”.
En Colombia, la Fundación Alberto Merani se ha
especializado en innovar y crear formas lúdicas de enseñanza con herramientas
multimedia. Es un establecimiento de carácter privado que hace consultorías al
Ministerio de Educación y trabaja conjuntamente con instituciones educativas de
todo el país, especialmente con el Colegio Monseñor Bernardo Sánchez, del sur
de Bogotá. El objetivo de este colegio es ofrecer educación de carácter
privado, sin asumir costos de matrícula o pensión.
Alejandro de Zubiría, director de Innovación y Desarrollo
de la Fundación Merani, explica que lo más peligroso en educación son los niños
que solo son inatentos, como Sebastián, porque en clase no molestan, pero se
‘engloban’ y no captan las lecciones.
Zubiría expone que una de las soluciones educativas
para el TDAH son aulas móviles, donde los niños reciben clase, pero no de la
forma tradicional, sino con elementos multimedia, investigando por su cuenta e
interactuando con los demás niños, todo mientras van recorriendo la
ciudad. “Uno supondría que sería difícil porque estamos en movimiento,
pero es un efecto que ya hemos comprobado que mejora la atención. En
psicología, se llama efecto paradójico”.
Paralelamente, Luz Mary López, el Dr. Vásquez y
Lina Vega coinciden en que la educación actual no es la adecuada para el TDAH o
Niños Índigo, porque al tratar el problema, ya sea con terapias holísticas o
medicinales, al llegar al aula, el niño vuelve a la misma posición, y se pierde
todo el trabajo hecho. Los tres concluyen que se debe actuar en equipo con el
profesional, el educador, el núcleo familiar y las personas que rodean el
círculo social del menor. Además, expresaron su simpatía al juego lúdico y al
aprendizaje sin la necesidad de un tablero.
Sin embargo, López manifestó su preocupación por la
diferencia de la calidad educativa en las clases sociales. “En el
estrato alto hay una buena educación, hay fundamentos educativos adecuados, hay
programas de deporte y arte. Entonces ¿por qué los niños de clase baja no
reciben esa educación?”.
Zubiría responde la pregunta de López diciendo que
su fundación está cambiando ese concepto. “Si nuestras teorías resultan
ser científicamente comprobadas, si así lo quiere, el gobierno colombiano puede
aplicarlas en los colegios públicos, yo no tengo problema con eso. Al
contrario, me encantaría que todos tuvieran la oportunidad de acceder a estos
programas”
Luz Mary López y el Dr. Daniel Vásquez piensan que
los padres deben poner normas, pero no imponiéndolas, sino dialogándolas con
sus hijos con amor y respeto. Lo más esencial, enseñar a los niños a cumplirlas
y a hacerles entender las consecuencias de romperlas.
Mientras el debate entre las creencias científicas
y holísticas se intensifica para demostrar quién tiene la verdad, niños como
Sebastián luchan contra una enfermedad que podría afectarlos por el resto de
sus vidas.