martes, 2 de diciembre de 2014

Niños Índigo: ¿mito o realidad?

A estos pequeños se les atribuye un origen extraterrestre, con una etapa evolutiva superior que hace que sean capaces de sanar y leer los pensamientos. Estas especulaciones de los creyentes de lo sobrenatural les han generado ‘dolores de cabeza’ a los científicos.


La teoría más criticada  por los  científicos es la posibilidad de que estos niños no sean de este planeta. 
Fotomontaje: Alejandra Archila
A estos pequeños se les atribuye un origen extraterrestre, con una etapa evolutiva superior que hace que sean capaces de sanar y leer los pensamientos. Estas especulaciones de los creyentes de lo sobrenatural les han generado ‘dolores de cabeza’ a los científicos.
Para algunos un mito y para otros una realidad, lo que sí es claro es que la relevancia de los Niños Índigo entre la comunidad científica, holística y pedagógica es cada vez mayor. Su fuerza es tal, que investigadores de todo el mundo estudian las teorías de los seudocientíficos, para determinar qué es verdad de todo lo que se habla del tema.

La llegada de esta ‘nueva generación de seres’, según la coordinadora del Centro de Informes Ovni, Luz Mary López fue anunciada desde las profecías de Parravicini (pintor y escultor argentino conocido por una serie de dibujos proféticos) donde mencionaba que vendría una generación de seres mejorados al planeta.


Nancy Ann Tappe, una autoproclamada psíquica fue la creadora del término. En su libro, Comprendiendo tu vida a través del color de 1982, expone la existencia del aura, que es una aureola de radiación luminosa que tienen todos los seres, y su clasificación en colores. Tappe dice que ha descubierto un aumento de auras de color índigo (azul oscuro) desde finales de los 70.

Carlos Maldonado, especialista del Centro Integral de Formación Cuerpo  Mente y Espíritu, dice que el aura está compuesta de múltiples colores, el que predomine es el principal y el que dictamina las características de la persona. El método más conocido para detectarla son las cámaras Kirlian, donde al ver el campo áurico se determina el estado de las chakras o zonas energéticas.

Maldonado, expresa que el color índigo brillante simboliza que el sujeto está en una etapa de armonía. Sin embargo, cuando el color es opaco es porque la persona tiene el don de gente, y tiende a utilizarlo de manera errónea. Maldonado aconseja limpiar el aura de los tóxicos que recibe del ambiente y alinear las siete chakras cada vez que sea necesario, para tener mejor suerte en el trabajo, amor, salud, etc.

Por otro lado, López explica que los Índigo normalmente son de alma artística, tienen una gran imaginación, son sentimentales, transparentes, intuitivos y comunicativos. También agrega que no se adecuan a las rutinas ni  presiones, y solo ponen cuidado a las cosas que llaman realmente su atención. Por tal razón, son diagnosticados por los médicos erróneamente con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).

“Se ha generado muchas actitudes en la salud y en la parte psicológica para que estos niños no avancen como deben hacerlo. Involucran formas terapéuticas y elementos a su cuerpo que de pronto no son necesarios como pastillas o inyecciones que los tranquiliza a la fuerza”  dice López.

Defendiendo su postura científica, el neurosicólogo Daniel Vásquezespecialista en pediatría dice: “Según el modelo médico, estos niños tienen una disonancia cognitiva, es decir, hay una desarmonía entre las funciones del hemisferio derecho e izquierdo del cerebro. Por lo tanto, ese funcionamiento hace que tengan un pensamiento más artístico, holístico y musical”.

Según Vásquez, gracias a su carisma logran manipular a los adultos para lograr lo que ellos quieran y no seguir normas. También expresa que  “el aura no existe para la ciencia”, y cree que “la postura de Niños Índigo parte de que los papás quieren hallar una explicación al comportamiento de sus hijos”.

Mientras se discute por la verdad, niños de todo el mundo luchan por controlar un problema que, llámese Índigo o TDAH, afecta su vida cotidiana. Más del 10% de la población infantil sufre de TDAH y en la edad adulta se presenta en un 60%.

María Lucía Chávez se desempeña como ama de casa y es madre de Sebastián Salcedo Chávez, de nueve años, a quien describe como un niño sociable, hablador y tierno, que fue diagnosticado con Déficit de Atención sin Hiperactividad hace dos años. “Descubrimos que algo andaba mal cuando Sebastián estaba en el jardín. Era un niño normal, jugaba y era inquieto como cualquier niño, pero su aprendizaje no era como el de los demás”.

Sebastián se le dificultaba las letras, por lo tanto no aprendió a leer en transición. Su mamá se vio en la tarea de enseñarle en casa particularmente, pero notaba que Sebastián no era capaz de fijar su atención a nadie ni a nada por más 2 minutos. Sus padres decidieron llevarlo a un psicopedagogo y este ordenó un examen para diagnosticar el problema.

El Dr. Vásquez afirma que en estos casos se aplica el modelo neuropsicológico para dictaminar la condición de sus pacientes. “Lo que se hace es determinar si realmente el niño tiene un déficit de atención solo o combinado, porque hay muchos trastornos que se pueden confundir con esta enfermedad”. Vásquez indica que lo más importante es dar un diagnóstico concreto para lograr un plan integrado en todas las disciplinas.



Sebastián pasó por un diagnóstico erróneo, según el primer examen presentaba Dislexia. Sin embargo, su mamá no estaba segura del resultado, porque su hijo le decía que sentía como si le zumbara la cabeza. Al investigar sobre la Dislexia, concluyó que los síntomas de esta enfermedad no coincidan con los de su hijo. Desesperada por encontrar una respuesta, María Lucía estaba vulnerable y no descartaba segundas opciones.

“Un día estaba hablando con una vecina sobre Sebastián, ella me comenta sobre los Niños Índigo, que son unos niños que tienen características similares a las de mi hijo. Según ella necesitan explotar sus cualidades y la medicina occidental no podía hacerlo correctamente. Estaba un poco escéptica pero al final me convenció”

María Lucía llevó a su hijo donde un lector de aura. Esta persona decía que tenía el don de ver la energía de las personas, por lo que no utilizó una cámara Kirlian. De acuerdo con los resultados, Sebastián tenía un aura de color índigo con ‘destellos’ naranjas, que quiere decir que es una persona feliz, afectuosa con los demás y sociable.

El experto le aconsejó tratar sus problemas de concentración con terapias holísticas con otro especialista, pero María Lucia decidió ponerle fin a esta segunda opción, porque le pareció un disparate. Al final buscó otro médico que dictaminó un problema TDA sin hiperactividad. Actualmente, Sebastián cursa tercero de primaria, recibe terapias particulares para mejorar su atención y clases extraescolares.

Luz Mary López defiende su postura diciendo que somos seres hechos de luz y los Índigo son resultado de genéticas mejoradas. “La ciencia no lo dice, pero nuestra genética viene con nodos que no son de este planeta. Cuando uno estudia una genética como la de Mozart o Einstein trae acumulado algunos elementos que nos pone a pensar que viene mejorado”.

No solo a la ciencia le parece ‘descabellada’ la idea de niños sobrenaturales con la capacidad de sanar y limpiar lo malo del mundo, para la pedagogía también es algo improbable. Lina Vega, especialista en neurodesarrollo y rectora del jardín infantil Consentidos de Yopal, está de acuerdo con el Dr. Vásquez en que los adultos crearon el término como una excusa.

Por otro lado es escéptica al TDAH, porque para ella todo niño es hiperactivo por el simple hecho de serlo, y considera que los problemas de atención se deben a patrones externos como la mala postura. Finalmente, concluye que el modelo educativo actual es deficiente. “Los niños son máquinas del sistema. La intención de los colegios es tener estudiantes que aprendan a contestar una prueba de estado”.

En Colombia, la Fundación Alberto Merani se ha especializado en innovar y crear formas lúdicas de enseñanza con herramientas multimedia. Es un establecimiento de carácter privado que hace consultorías al Ministerio de Educación y trabaja conjuntamente con instituciones educativas de todo el país, especialmente con el Colegio Monseñor Bernardo Sánchez, del sur de Bogotá. El objetivo de este colegio es  ofrecer educación de carácter privado, sin asumir costos de matrícula o pensión.

Alejandro de Zubiría, director de Innovación y Desarrollo de la Fundación Merani, explica que lo más peligroso en educación son los niños que solo son inatentos, como Sebastián, porque en clase no molestan, pero se ‘engloban’ y no captan las lecciones.

Zubiría expone que una de las soluciones educativas para el TDAH son aulas móviles, donde los niños reciben clase, pero no de la forma tradicional, sino con elementos multimedia, investigando por su cuenta e  interactuando con los demás niños, todo mientras van recorriendo la ciudad. “Uno supondría que sería difícil porque estamos en movimiento, pero es un efecto que ya hemos comprobado que mejora la atención. En psicología, se llama efecto paradójico”.

Paralelamente, Luz Mary López, el Dr. Vásquez y Lina Vega coinciden en que la educación actual no es la adecuada para el TDAH o Niños Índigo, porque al tratar el problema, ya sea con terapias holísticas o medicinales, al llegar al aula, el niño vuelve a la misma posición, y se pierde todo el trabajo hecho. Los tres concluyen que se debe actuar en equipo con el profesional, el educador, el núcleo familiar y las personas que rodean el círculo social del menor. Además, expresaron su simpatía al juego lúdico y al aprendizaje sin la necesidad de un tablero.
Sin embargo, López manifestó su preocupación por la diferencia de la calidad educativa en las clases sociales. “En el estrato alto hay una buena educación, hay fundamentos educativos adecuados, hay programas de deporte y arte. Entonces ¿por qué los niños de clase baja no reciben esa educación?”.

Zubiría responde la pregunta de López diciendo que su fundación está cambiando ese concepto. “Si nuestras teorías resultan ser científicamente comprobadas, si así lo quiere, el gobierno colombiano puede aplicarlas en los colegios públicos, yo no tengo problema con eso. Al contrario, me encantaría que todos tuvieran la oportunidad de acceder a estos programas”

Luz Mary López y el Dr. Daniel Vásquez piensan que los padres deben poner normas, pero no imponiéndolas, sino dialogándolas con sus hijos con amor y respeto. Lo más esencial, enseñar a los niños a cumplirlas y a hacerles entender las consecuencias de romperlas.

Mientras el debate entre las creencias científicas y holísticas se intensifica para demostrar quién tiene la verdad, niños como Sebastián luchan contra una enfermedad que podría afectarlos por el resto de sus vidas.